Diario de un puto confinado – A 9 días de la #normalidad – Cuenta atrás de delirios

Y de repente me encuentro hablando en este día de volver a la #normalidad como algo casi inminente y, por supuesto, es deseable y mueve en mí la misma inquietud que mueven esas mariposas que dicen que revolotean en el estómago cuando nos enamoramos. Sin embargo no deja de parecerme que son solo gases y me produce la idea una sensación de desazón que más que inquietarme, me acojona.

Y me acojona porque no termino de comprender lo alegremente que llamamos #normalidad a convivir con cifras de muertos que van a seguir alarmándonos todos los días y a un riesgo de contagio tan evidente que solo consigo entender que nos pase desapercibido por la hábil propaganda de las necesidades.

Ahora, además de ser héroes, somos soldados dispuestos a inmolarnos. Y lo hacemos ciegamente, porque es mejor hacerlo a ciegas que verlo.

La realidad es que vamos a salir pronto a la calle a jugar una lotería, esperando en este caso que no nos toque y con la fe que da la necesidad de continuar nuestras vidas, movida por el pánico, mayor que a la muerte, a la ruina, la pobreza y a vernos avocados a la caridad.

He preparado mi macuto de guerra.

Mochila no; esa es para cargar con los remordimientos, los rencores y las cosas mal hechas. El macuto es para viajar ligero y poder combatir ágilmente en los campos de batalla.

Es una especie de bolsa de lona que he cargado con un bote de esperanza de no ser escogido, unas gafas de cristales tintados y redondos, esas de invidente que son opacas y que me ayudan a no errar el tiro, unos pocos caramelos para endulzar el trago y la mejor de mis sonrisas.

Unos cascos potentes, para aislarme de la gente con mi música completan los enseres de batalla. Estoy preparado para ver y lanzar mis miradas furtivas por el rabillo del ojo, tras el ángulo muerto del marco de las gafas. Las miradas que nos permiten dar el paso lateral necesario, en el momento oportuno, para apartarnos del otro.

Veo por la televisión cómo ya se diseñan mamparas playeras para el verano que nos permitan tomar con #normalidad el sol, antes de compartir las aguas o aplicaciones similares para terrazas y bares. Supongo que mearemos en las calles dentro de esta #normalidad.

Una #normalidad en la que contaré con la confianza de que ya hay un respirador esperándome y que el índice de mortalidad se ha rebajado en un significativo porcentaje gracias a los medios que ya se han ido habilitando.

Supongo que para algunos peces gordos la #normalidad en el yate, frente a la costa y sin contacto, será algo más normal o habitual o de menos riesgo, pero los putos confinados estamos abocados a mantener el sistema con un trabajo al que encaminarse en el transporte público; a sostener el turismo nacional con mamparas de plexiglas en las playas y piscinas y mantener el índice de natalidad sin preservativos.

Estoy deseando recuperar la #normalidad y cuento las horas porque llegue por fin el 26 de abril.

Deja un comentario