Hoy ha amanecido un día de esos que decimos de primavera. Luce el sol y apenas sí corre una ligera brisa. Un día de los que invitan a pasear o incluso a bajar un rato a la playa a tomar el sol. Por un lado, te alegra la vista y te conforta la sensación de calidez. Por otro, te cagas en tus muelas porque a partir de ahora todavía se va a hacer más duro esto del encierro.
Una cuarentena son cuarenta días y esos son los que se cumplieron ayer. Cuarenta fueron los que pasó Jesucristo en el desierto, según cuentan los evangelios, y cuarenta los que el antiguo testamento dice que pasó Moisés en similares circunstancias muchos siglos antes. Cosas de familia, imagino.
Debe ser normal que nosotros, siendo simples mortales, hayamos de prolongar esta penitencia hasta nuevo aviso o nueva prórroga. Igual que debe ser normal que durante 40 días se haya tirado de los importadores privados para que abastecieran de mascarillas a hospitales y personal, por la incapacidad de gestionar el abastecimiento necesario el gobierno, dando lugar a que surgiesen algunos especuladores, y ahora, el día 41, las mascarillas a 0,96 IVA incluido.
Estoy contento; ni siquiera he tenido que comprarla a 0,96. Una señorita muy amable de la Cruz Roja me ha dado una. No es que las estuviesen dando, que no, que es que le he pedido y me ha dicho que justo tenía una. Solo le he dicho que la gente me mira raro cuando salgo sin ella y al precio que estaban yo no me lo puedo permitir. Y es la verdad.
¿Es ético hacer negocio con la salud? Sí, por supuesto que lo es. Si no lo fuese no habría sistema de salud que pudiera sostenerse, pero a unos márgenes razonables. ¿Es ético intervenir los precios? Sí, también lo es, cuando se trata de hacer accesible a todo el mundo un bien de primera necesidad manteniendo un margen de beneficio razonable, aunque justo, para los suministradores.
¿Es ético que un empresario que tiene almacenadas mascarillas pierda dinero porque las compró más caras de lo que ahora las puede vender? Sí, o como dirían Jesucristo y Moisés, es justo y necesario. Lo es por dos motivos: el primero, es que la actividad empresarial lleva implícita la gestión del riesgo y, el segundo, porque teniendo producto no lo ha puesto inmediatamente en el mercado, esperando que los precios subiesen por la escasez de oferta y la creciente demanda y así redondear un negocio que solo el establecimiento de un precio tasado ha impedido.
Pero, ¿esto de fijar un precio político no podría haberlo hecho el gobierno ya hace más de treinta días? Sí, por supuesto, también podría haberse tomado en serio esto del virus antes y entonces no hubiésemos hablado de sobrecarga hospitalaria, de falta de EPI, mascarillas, respiradores…
¿Y realmente si el gobierno tuviese una cierta dignidad e intención de parar la expansión esta no sería lo lógico y ético que estuviesen repartiendo una protección tan vital gratuitamente? (Dudo) hay ocasiones en las que me quedo sin respuestas a mis propias preguntas. Es lo que tiene esto de estar solo y confinado.
El debate sobre la desescalada mejor ya me lo monto mañana.
Paul Martin 